martes, 7 de junio de 2011

PICARESCA

Señor Fausto:
Yo era una niña frágil,delicada, hambrienta y un día llegó una señora muy maja que me llevó a España. Me daba de comer, me cuidaba, me compraba ropa. Al principio no había mucha comunicación, pero a medida que pasaba el tiempo le cogí cariño, la llegué a querer mucho.
Hasta que un día, ya mayor, me di cuenta de que era una mala persona ya no me trataba bien. Yo, le preguntaba que por qué y ella me decía que no me quejara después de todo lo que había hecho por mí.
Más tarde me di cuenta de que la mujer que me había acogido no era una buena persona sino que era la mujer más falsa del mundo. Ella es una mujer importante para la sociedad y lo único que quería era aparentar. Que la gente creyera que era buena persona y conseguir favores.
Yo aguanté, ya que no tenía otra forma de sobrevivir, pero me cansé. Hablé con mi señora. No sé si llegué a amenazarla, pero sé que le dejé bien clarito que me iría. Ella no quería así que no tuve más remedio que decirle que si no me dejaba marchar le contaría a los medios cómo me trataba.
llegué a esta conclusión porque me habían ofrecido una beca para estudiar, por tanto no la necesitaba. Pero al ir a la universidad me enteré de que en este país la beca no conlleva alojamiento.
Por eso, señor mío, le escribo esta carta porque me he dado cuenta de que al final los humildes, la gente normal es la más humana y la que mejor trata a los demás. Por supuesto, queridísimo señor fausto, yo para compensarle le ayudaría en su negocio. Los dos juntos como si fuéramos una familia.

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